El cancionero - Episodio 1
by Chase Caldwell
Una elegante limusina avanza por la calle.
Cora está sentada en la parte trasera con el teléfono en la mano.
Revisa la sección de comentarios con una sonrisa ancha en la cara.
Todos los comentarios son increíblemente positivos:
“¡Ya quiero que salga el próximo álbum!”
“La próxima vez que hagas un tour, ¡ven a San Diego, por favor!”
“¿Alguien le puede dar un Grammy a esta chica de una vez?”
Cora le pone "me gusta" a ese último comentario...
Después, se desplaza hacia arriba.
En la parte superior hay una foto de ella sosteniendo una guitarra.
Cientos de miles de personas le han dado "me gusta".
Cora sonríe...
Pero solo por un momento.
Su mirada registra algo afuera del auto.
¡Oye!
¿Chofer, me oyes?
Te pasaste del estudio.
Cora mira el cristal negro que la separa del conductor que está en la parte delantera.
¿Me oyes?
Te pasaste del estudio de grabación.
¡¿Hola?!
A Cora se le escapa un resoplido.
En ese momento, los parlantes del coche crepitan...
Y una voz incorpórea inunda el vehículo.
Dame tu teléfono.
El cristal divisor de enfrente se baja un centímetro...
Solo lo suficiente para que pase un celular.
Ahora.
¿Perdón?
El teléfono.
No estoy bromeando.
¿De qué estás hablando?
Necesito llegar al estudio.
Quizás no me hayas escuchado, pero mis admiradores...
De repente, el motor aumenta de revoluciones y la limusina sale disparada.
Cora queda pegada contra el asiento.
¡Oye!
Sé exactamente quién eres, Cora.
Ese es el problema.
El coche sigue acelerando.
El mundo pasa fugazmente del otro lado de la ventana de Cora.
Vamos, dame tu teléfono…
O me saldré de la calle.
¿Cómo se sentirían tus admiradores si hago eso?
¿De qué estás hablando?
¿Quién eres?
¡Esta es la última vez que te lo pido por las buenas!
El motor del auto ruge y se acelera todavía más.
Cinco...
A Cora se le ensanchan los ojos.
¡Alto! ¡Detente!
Para de contar.
¿Qué es lo que quieres?
¿Una foto conmigo o algo así?
El coche da un giro brusco a la derecha y deja a Cora tumbada.
Cuatro...
Esto no es gracioso, ¡¿me escuchas?!
¡Detente!
Cora se aferra al siento de cuero.
Tres...
Cora intenta mirar a través de la pequeña abertura que tiene enfrente...
Pero es demasiado pequeña para ver algo.
¡Vas a perder tu trabajo por esto!
Lo sabes, ¿verdad?
El coche da un giro brusco a la izquierda y Cora se golpea contra la puerta.
Dos...
El motor chilla como loco.
Cora mira su teléfono.
Su última publicación todavía genera miles de "me gusta" por segundo.
Estruja el teléfono, aprieta los dientes y, finalmente, se rinde.
¡Está bien!
¡Tómalo!
Se arrastra hacia adelante y hace pasar el teléfono por la abertura.
El panel divisorio se cierra inmediatamente.
Bien hecho.
El auto desacelera.
Me alegrar ver que todavía tienes algo de sentido común.
Cora frunce el ceño.
El comentario suena extrañamente personal.
¿Qué?
Apoya la mano en el cristal.
¿Te conozco?
La voz que sale de los parlantes se ríe.
Al principio, es un risita.
Pero después se vuelve más fuerte.
La carcajada enfermiza resuena en la limusina.
Nerviosa, Cora se acomoda hacia atrás en el asiento.
¿No reconoces mi voz, Cora?
Cora se devana los sesos, pero no sabe de quién es la voz.
Lo... lo siento.
No.
Ha pasado *mucho* tiempo, ¿verdad?
Quizás te resultaría más familiar si estuviera cantando...
Cora todavía no tiene idea de quién es.
Solo esta segura del miedo que siente en este momento.
Si estuviera cantando una de las canciones de mi cuaderno...
El corazón de Cora se detiene.
Se acerca lentamente al panel divisorio...
El miedo le colma los ojos.
¿Dean?
¡Por fin!
La voz de los parlantes se ríe entre dientes.
Supongo que sí me recuerdas a fin de cuentas.
Dean se sale de la carretera...
Y gira en un camino pedregoso.
Hablando de recuerdos…
Tengo algunos que necesito discutir contigo.
Pasan varios depósitos vacíos.
Como cuando me decías que me amabas.
Y cuando planeábamos un futuro juntos.
¿Recuerdas eso?
Dean, por favor.
¿Y todas las canciones que escribí para los dos?
Ya sabes, las que están en tu último álbum.
Las canciones que le dijiste al mundo que tú escribiste.
Las canciones que te hicieron famosa.
Dean, ¿adónde me estás llevando?
Ya lo verás.
Lo siento, ¿de acuerdo?
Puedo explicarlo todo.
¿Explicar qué?
Que me dejaste en mitad de la noche…
¿Y te llevaste mi cancionero contigo?
¿Que te fuiste?
¿Que desapareciste de la faz de la tierra por un año...?
¡¿Y después volviste a aparecer con un disco exitoso que yo escribí?!
A Cora le caen lágrimas por la cara.
No quise lastimarte, Dean.
¡Está claro que no pensaste en mí en absoluto!
¡No es cierto!
¡Sí lo es!
Sabías que no podía demostrar que esas canciones eran mías…
Porque te robaste mis únicas copias.
Y mírate ahora.
¡Lo siento!
¿Está bien?
Por favor, solo quiero que pares el coche.
Déjame ir, por favor.
Te daré todo lo que quieras.
Tengo dinero.
¡Lo siento, Dean!
De repente, la limusina se detiene con un chirrido.
Cora busca la manija de la puerta...
Pero está cerrada.
Intenta destrabarla, pero no hay caso.
Su corazón se acelera.
¿Qué es lo que lamentas?
Cora está tan asustada que apenas puede comprender a Dean.
¿Qué?
¿Qué es lo que lamentas, Cora?
¿Qué fue lo que hiciste?
Cora comienza a respirar más y más rápido.
¡Dilo!
¡Di lo que hiciste!
Finalmente, Cora se quiebra.
¡Las robe!
Me robé todas tus canciones y las hice pasar por mías.
No tenía idea de que le iban a gustar tanto a la gente.
Y cuando, además, empezaron a admirarme...
No pude renunciar a eso.
Cora se esfuerza por respirar entre palabras.
Soy un fraude, ¿de acuerdo?
¡Lo pienso cada segundo de cada día!
Te mentí para poder robarme tu música.
Y ahora les miento a mis admiradores para agradarles.
Deja caer la cabeza.
Lo siento.
De repente, Cora escucha que la puerta del conductor se abre.
¿Dean?
Afuera, se escuchan pasos que crujen contra la grava.
Cora entra en pánico.
¡Dean, por favor!
Un momento más tarde, escucha el motor de un coche que arranca a lo lejos.
Entonces, las puertas de la limusina se destraban.
Antes de poder salir...
Escucha un auto que se aleja por el camino pedregoso.
Cora abre la puerta y sale de la limusina.
El sol radiante prácticamente la deja ciega.
Pero nota que la puerta del conductor de la limusina está abierta.
Corre hacia el asiento delantero.
Pero Dean no está por ningún lado.
El coche está vacío, salvo por una cosa.
Su teléfono.
Y la pantalla parpadea con actividad como antes.
Lo levanta del asiento para revisarlo.
Y el corazón le da un vuelco.
Están llegando muchísimos comentarios:
"¡Qué impostora!"
"Pensé que era distinta. Qué decepción".
"¡¿Todo el álbum fue una mentira?!"
Cora siente que se le contrae el pecho mientras se desplaza por la avalancha de comentarios.
Finalmente, llega a la parte de arriba y ve la publicación en la que están comentando.
Es su confesión, filmada a través del cristal polarizado del panel divisorio.
Oprime la pantalla y su propia voz sale del pequeño parlante.
"Soy un fraude, ¿de acuerdo?"
"¡Lo pienso cada segundo de cada día!"
"Te mentí para poder robarme tu música".
"Y ahora les miento a mis admiradores para agradarles".
Cora se pone pálida.
Su mundo queda de cabeza.
Deja caer el teléfono en la gravilla.
Pero los comentarios no paran de llegar.
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